Dibujo de Dan Piraro en bizarro.com |
Como podemos notar, nuestra extinción
depende de dos tipos de variables, las inexorables o inevitables y las que sí podemos
controlar.
Para enfrentar las amenazas contenidas en
el primer grupo, la única solución es desarrollar tecnología para enfrentarlas
y superarlas.
Para superar las amenazas del segundo grupo
la solución es sencilla, sólo debemos usar el buen juicio y querer sobrevivir;
la parte difícil es que debemos cambiar la base económica actual y desechar el
consumismo como factor fundamental en la economía mundial.
Entendemos por consumismo a la adquisición
de bienes de manera desenfrenada, actitud que es promovida por las empresas
productoras y comercializadoras con el fin de aumentar sus ventas, lo que en
última instancia tiene como finalidad la acumulación de riqueza a favor de los
accionistas y administradores de estas corporaciones.
En el sistema económico actual las corporaciones
tienen éxito cuando logran más lucro que el año anterior, a esto le llaman
crecimiento, y su principal herramienta es la publicidad usada
inescrupulosamente, con la que nos implantan la idea que comprar el último
producto colocado en las vitrinas es lo mejor para nuestra vida, mientras el
mundo se llena de “basura” que podría seguir siendo utilizada.
El consumismo es el gran mal de nuestros
tiempos, a millones de personas se les ha implantado la idea que “estar a la
moda” es la única manera de ser “bien vistos” por sus amigos y vecinos; y la
mayoría de las personas dan demasiada importancia a ser “bien vistos”.
Al consumismo se le une lo absurdo que
somos las personas cuando usamos productos descartables de manera indolente,
por ejemplo, cuando tomamos un refresco descartamos una botella de plástico, pero
si sólo consumiéramos refrescos que vengan en botella de vidrio o de aluminio,
al poco tiempo todas las embotelladoras sólo usarían estos envases.
El plástico demora cientos de años en ser
reabsorbido por la naturaleza, pero el vidrio es arena calentada por lo que no
afecta al medio ambiente, el aluminio y otros metales se pueden volver a
utilizar indefinidamente, por lo tanto los gobiernos deberían incentivar el uso
de materiales “amigables” con el medio ambiente.
Las personas sin poder político contamos
con una herramienta poderosa para detener el consumismo, hablo del boicot, esta
es una actitud efectiva que deberíamos implementar para salvarnos de la
extinción.
El boicot fue usado en el sur de los EE.UU.
para luchar contra el racismo como política de Estado, también en la India para
presionar a Gran Bretaña por su independencia; en estos casos, el boicot fue liderado
por Martín Luther King y Mahatma Gandhi, ciudadanos que no tenían poder
político ni económico pero que decidieron “hacer algo” para cambiar la realidad
que les tocaba soportar, ellos entendieron que otros no iban a pelear sus
batallas.
De muchacho, cuando compraba galletas, recuerdo
que las sacaban de una caja de lata, ahora vienen envueltas en plástico; el
papel de despacho se dejó de utilizar a cambio de funditas de plástico que por
ser tan baratas se las desechan por toneladas, los envases de lata por ser más
caros que los de plástico, los cuidamos, y cuando los desechamos no contaminan.
Los gobiernos deberían gravar con altos
impuestos a ciertos usos del plástico para detener tanto desperdicio.
Debemos parar el consumismo porque nos
lleva a la extinción de nuestra especie, hemos convertido a la Tierra en un tacho
para la basura.
El consumo de productos que vengan
envasados en recipientes elaborados de metales o de vidrio es la mejor opción
para dejar de ensuciar el planeta.
Ninguna persona juiciosa regaría petróleo o
basura dentro de su refrigerador o su guardafrío porque allí almacenamos los
alimentos y el agua, pero no caemos en cuenta que al contaminar la Tierra
estamos ensuciando la despensa de todos los seres vivos.
Si los humanos nos extinguimos los demás
seres de la naturaleza no lo sentirían, antes les hacemos un favor, pero si
desaparecen las hormigas, las abejas, los comejenes o el krill, los humanos
podríamos extinguirnos, o al menos cambiaría radicalmente nuestro modo de vida.
Somos el mayor depredador de la Tierra y lo
vamos a pagar, es inevitable, “toda acción tiene una reacción” esta ley
universal es infalible.
Millones de personas no entienden que se
come comida y no oro, que se respira aire y no el humo de los bosques quemados,
que bebemos agua y no petróleo.
Los humanos, para sobrevivir, escogimos el
camino de la tecnología, y no caímos en cuenta que estábamos desarrollando
herramientas demasiado avanzadas que nos las podríamos controlar, porque no
avanzamos con la misma rapidez en lo moral.
Usamos la tecnología para acumular oro,
petróleo y dinero, a costa de herir a la Naturaleza, de la que somos parte.
Uno de los problemas más graves de la
humanidad no es que se termine el petróleo sino que se descubran más
yacimientos y que su precio sea tan barato que lo seguiríamos usando, lo que
nos llevaría al calentamiento global y a una eminente extinción, y si
sobrevivimos retrocederíamos a la época de las cavernas, pero millones de
personas morirían.
Sería una bendición si mañana se terminaría
el petróleo, porque nos obligaríamos a usar otros tipos de energía.
Las personas en los millones de años que
llevamos en la Tierra, todavía no hemos aprendido a reconocer a la persona que
a diario vemos en el espejo, vemos lo que nos creemos y no lo que somos, es
decir que vemos lo que decide nuestro ego.
Los humanos realmente somos hermanos de los
demás seres vivos de la Tierra, pero nuestra actitud nos asemeja más a Caín.
Hemos enfermado a la Tierra, y la mayor cantidad
de personas deberíamos enviarle un Mensaje mediante la
Conciencia Colectiva Positiva para hacerle saber
queremos seguir viviendo en su seno.
La Conciencia Colectiva
Positiva en una de las fuerzas más poderosas de la Naturaleza, usémosla para
lograr el bien, no es un acto religioso, sino que es una
comunicación con la Naturaleza para hacerle saber que muchas personas queremos
que no sea destruida, ni que muera.
La Conciencia Colectiva
Positiva obra cuando una gran cantidad de personas, millones, realizan
un mismo pensamiento a una hora determinada.
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