Introducción
Corina Bettsabé Grandes Pacheco y Segundo Pacífico Brito Vinueza |
Apreciada amiga, estimado amigo, reciba mí cordial saludo:
En esta obra pongo a su
consideración una compilación y varias ideas mías, sobre diversos temas que
parecerían no estar relacionados; inclusive dentro de un mismo subcapítulo le
podrá parecer que algún párrafo esta fuera del tema, pero cuando avance en la
lectura notará que todo lo presentado es necesario y complementario para
alcanzar una solución práctica para el asunto principal del libro: La
supervivencia de los humanos.
Entre las cuestiones
tratadas están: El origen de la Tierra. Cómo llegamos a ser personas. El origen
de los seres vivos. Nuestra inminente extinción. La existencia de Dios y del
Diablo. La vida y la muerte. La segunda venida. La energía. El espíritu. El
Alma y la mente. Las premoniciones. La inspiración. El método para evitar el
karma. La verdad. El pensamiento. La propiedad. El tiempo y el espacio. El
consumismo. El amor fraternal. El egoísmo y el altruismo. Los dirigentes
políticos y religiosos. El capitalismo. ¿Quiénes somos?, ¿Para qué estamos
aquí?.
Me siento afortunado por
haber nacido y crecido en el campo, en el ingenio San Carlos, jurisdicción del
cantón Marcelino Maridueña en la provincia del Guayas, donde residí hasta 1978,
entonces a mí familia le llegó el turno de emigrar a Guayaquil, me dio tanta
pena dejar el terruño que todos los fines de semana regresaba, hasta que me
acostumbré a la ciudad y me transformé en otro montubio urbano más, muy
orgulloso de mí linaje serrano.
Digo afortunado porque sólo viviendo en el campo aprecias el esplendor luminoso de la innumerable cantidad de estrellas, pese a que muchas ya no existen; o ves parir a las chivas, y como “pisa” el pato a la pata y esta construye el nido con las plumas de su pecho; también comes el verdadero dulce orgánico de ciruela, de pechiche o de guayaba que recoges en el potrero, o comes pescado que atrapaste con tu arpón casero. No sigo con mis evocaciones porque este libro tiene otra finalidad.
De mamá aprendí que de nada vale rezarle a la Narcisita, al Hermano Gregorio o a San Jacinto si se ofende o desea el mal a las personas, y a ayudar a los demás así sean desconocidos.
Digo afortunado porque sólo viviendo en el campo aprecias el esplendor luminoso de la innumerable cantidad de estrellas, pese a que muchas ya no existen; o ves parir a las chivas, y como “pisa” el pato a la pata y esta construye el nido con las plumas de su pecho; también comes el verdadero dulce orgánico de ciruela, de pechiche o de guayaba que recoges en el potrero, o comes pescado que atrapaste con tu arpón casero. No sigo con mis evocaciones porque este libro tiene otra finalidad.
De mamá aprendí que de nada vale rezarle a la Narcisita, al Hermano Gregorio o a San Jacinto si se ofende o desea el mal a las personas, y a ayudar a los demás así sean desconocidos.
De papá aprendí a no ser
vago, a leer bastante, y a respetar a todos los animales; era muy práctico,
decía “todos los animales tienen derecho a vivir, sólo hay que matar a los
necesarios para comer”.
Siempre he sido un rebelde con causa, desde que empecé a razonar me he negado a creer en dogmas, y más aún cuando las verdades enseñadas como absolutas eran contradictorias entre sí o con la con la conducta de quienes las predicaban.
De muchacho, por cuestionar el boato de ciertos sacerdotes me gané más de una reprimenda, tanta pompa no la veía compatible con el mensaje del Maestro Jesús, pero nunca me retracté. Soy un electricista curioso que nunca se queda con la duda.
Siempre he sido un rebelde con causa, desde que empecé a razonar me he negado a creer en dogmas, y más aún cuando las verdades enseñadas como absolutas eran contradictorias entre sí o con la con la conducta de quienes las predicaban.
De muchacho, por cuestionar el boato de ciertos sacerdotes me gané más de una reprimenda, tanta pompa no la veía compatible con el mensaje del Maestro Jesús, pero nunca me retracté. Soy un electricista curioso que nunca se queda con la duda.
En muchos libros y
portales de la Web encontramos listas con nombres de animales en peligro de
extinción, pero el Homo sapiens no ha sido incluido, lo que es inexplicable ya
que desde hace varios años deberíamos estar en la lista roja.
Las personas nos
clasificamos de la siguiente manera: Orden primate, Familia homínido, Género
homo, Especie sapiens. Nos hemos clasificado como Homo sapiens que significa
hombre sabio, y no estoy bromeando cuando doy la traducción.
Una de las causas para que
los humanos estemos ante la inminente extinción es el sistema
político-económico que rige en los países, el que sin importar la ideología
política con que se etiqueten sus mandatarios tiene como denominador común al
consumismo.
La manera de enfrentar
esta causa que nos llevará a la extinción es sencilla, pero, paradójicamente, a
la vez es muy compleja, porque la acumulación de dinero es una adicción que no
se cura fácilmente, y es lo que motiva al consumismo.
Estamos dejando a nuestros
descendientes un mundo peor del que recibimos, y heredamos un mundo absurdo,
con varias guerras convencionales simultáneas, y siempre ante una inminente
guerra nuclear, pero con la “gran noticia” que con la bomba de neutrones sólo
se destruye la vida pero no los bienes materiales.
La Constitución de mí
país, Ecuador, establece que nunca prescribe el peculado, pero sí el asesinato.
Prescripción es la
extinción de un delito en el tiempo que señala la ley. Peculado es el uso
indebido del dinero o bienes del Estado.
Lo reseñado en los tres
párrafos anteriores demuestra que gran parte de los dirigentes políticos, tanto
de los países desarrollados, como de las naciones que por más de 200 años
seguimos “en vías de desarrollo”, dan más importancia a las cosas y al dinero,
que a la vida de las personas; por lo tanto, no esperemos que la mayoría de
políticos enfrenten al consumismo.
Para tener más opciones
que nos ayuden a evitar nuestra extinción son necesarias las acciones
individuales de la mayor cantidad de personas, porque todos tenemos la capacidad
para mejorar el mundo; no esperemos que otros hagan nuestro deber, aceptemos
que no vendrá una “mano mágica” a resolver nuestros problemas.
Por centurias se controló
la información, literalmente a sangre y fuego, porque la ignorancia siempre ha
sido la mejor manera de dominar a la población, los libros eran un lujo que
pocas personas se podían dar, hasta que en el año 1450 el alemán Johannes
Gutenberg inventó la imprenta de tipos móviles y, a partir de ese momento
histórico, las ideas fueron de más fácil difusión.
Todavía en algunos países
se pretende controlar el acceso y la difusión de la información usando a las
Funciones Legislativa y Judicial, pero esta práctica dictatorial tiende a
desaparecer.
Somos afortunados de vivir
en la época actual, porque está aceptado por la mayoría de las naciones como un
Derecho Humano, la libertad para expresar las ideas propias y el acceso a las
ideas de los demás; pero, debemos tener presente que este derecho, conocido
como Libertad de Expresión, no es un regalo de los gobiernos sino una conquista
que costó la vida de miles de personas, así que aprovechémoslo; la información
está al alcance de quien desee empezar a ver, a sentir, y a conocer la verdad.
Eso sí, le advierto que al
buscar la verdad está entrando en un camino que no es fácil de recorrer porque
requiere constancia y mente abierta para las ideas nuevas, pero en el que
encontrará satisfacción; al respecto el Maestro Jesús dice “quien busca no deje
de buscar hasta que encuentre, y cuando encuentre se turbará, y cuando haya
sido turbado se maravillará y reinará sobre la totalidad y hallará el reposo”.
Empecé a escribir este
libro el 11 de marzo de 2013, me motivó un episodio de la política ecuatoriana,
acaecido 14 años atrás, que me puso triste, concluirlo me tomó casi 11 meses,
pero las ideas las he venido razonando desde mi niñez.
Es urgente que dejemos la
palabrería y pasemos a las acciones concretas para evitar nuestra extinción;
debemos demostrar con nuestra forma de vida que las personas sí somos dignos de
habernos clasificado como Homo sapiens.
Para creer primero debemos
comprender, la fe ciega es fanatismo y todo fanático actúa alejado de la razón.
Espero que la lectura que
ha iniciado sea de su agrado, es importante que razone lo que vaya leyendo
antes de rechazarlo o de aceptarlo.
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