miércoles, 25 de noviembre de 2015

¿Para qué estamos en la Tierra?

¿Para qué estamos en la Tierra?


Las personas somos una obra sin terminar y así seguiremos por siempre porque la evolución es constante, pero estamos en peligro inminente de extinguirnos.

La evolución en los seres vivos nunca se detiene pero en ciertos animales a veces avanza demasiado lento, y estos, al no poder adaptarse a los cambios ambientales o a la interacción con otras especies, se extinguen.

Algunas especies animales que por mucho tiempo no tuvieron depredadores nunca desarrollaron defensas por lo que se extinguieron cuando éstos aparecieron en su hábitat; le sucedió al dodo y a la paloma migratoria de Carolina, entre otros cientos de casos, y casi le pasa el bisonte; el dodo se extinguió porque las personas introducimos roedores y gatos; el depredador de la paloma de Carolina y del bisonte fuimos nosotros.

Hábitat es el sector de la naturaleza donde vive una especie animal o vegetal.

A las personas nos está sucediendo algo similar, no hemos evolucionado algunas de las conductas con la misma velocidad que desarrollamos tecnología, y esto nos ha convertido en seres peligrosos, somos seres violentos porque en nuestras primeras formas de vida lo necesitábamos para sobrevivir y esto es parte de la herencia genética que recibimos el momento de la concepción, pero ahora contamos con armas tan letales que de ser usadas masivamente nos extinguiríamos.

Desde hace cientos de años nos convertimos en nuestro único depredador, no hay duda que a los humanos nos falta sabiduría.

Acaparamos más recursos de los que usamos, tanto que un gran porcentaje de la comida que producimos va a parar a la basura, mientras millones de personas padecen hambre, inclusive millones mueren por inanición.

Compramos productos nuevos mientras tiramos a la basura otros similares que están en buen estado.

Por miles de años hicimos la guerra para apropiarnos de los recursos naturales de otras naciones; con las guerras actuales sube el precio del petróleo y de las acciones de las empresas que fabrican las armas; por lo que el asesinato de miles de personas produce bonanza económica en las familias de quienes producen y administran las empresas petroleras y fabricantes de armas.

La guerra sólo fue válida cuando la supervivencia estaba en juego ya sea porque a la tribu se le destruyeron las cosechas o porque los varones no pudieron cazar.

Cuando las personas de una tribu atacaban a otros grupos humanos, por orden del caudillo,  para satisfacer su enfermiza necesidad de acrecentar constantemente su poder o para concretar los negocios de sus amigos, la guerra era un asesinato masivo.

Muchas personas consideran que el asesinato masivo es una medida económica exitosa.

Si nos atenemos a la conducta de la mayoría de las personas no deberíamos estar clasificados como Homo sapiens porque actuamos como humanoides en proceso de convertirnos en humanos.  

Actualmente la vida de la mayoría de la sociedad humana está motivada por las mismas prioridades que tenía hace millones de años, esto es: conseguir comida, abrigo (vivienda y ropa) y reproducirse (sexo); y estas prioridades son las que nos hacen tomar las decisiones más importantes. Esto demuestra lo poco que hemos mejorado en nuestros sentimientos en millones de años de evolución anatómica.

Una máxima budista dice “Cada persona debe caminar su propia senda” esta es una gran verdad, yo la entiendo como: nadie se hace mejor persona con trabajo ajeno, y nadie se pierde por culpa ajena.

Podemos engañar a muchas personas, pero jamás podremos engañarnos a nosotros mismos, por lo que sin importar la imagen que proyectemos a los demás, en última instancia somos lo que pensamos; y lo que pensamos lo sabemos sólo cada uno de nosotros, en consecuencia, lo que somos lo sabemos únicamente cada uno de nosotros.

Siempre vivimos con una “careta”, esto no cambiará, por lo que una de las mejores cosas que podemos hacer para alcanzar la felicidad verdadera es ser honestos con nosotros mismos.

Lo que somos no todos lo hemos descubierto, pero muchos de quienes sí lo han hecho no aceptan lo que son y prefieren vivir en una constante mentira.

Si después de un análisis honesto llegamos a la conclusión que no estamos contentos con lo que somos, le aseguro que esta realidad sí la puede cambiar; a este proceso, en la Edad Media lo llamaban “alquimia”, el Maestro Jesús lo presenta como “volver a nacer”.

Es importante que acepte que el problema está dentro de usted, por lo que sin importar la religión que profese o si es ateo, usted puede cambiar los aspectos de su personalidad con los que no esté de acuerdo, o que lo avergüencen tanto que los esconde con la “careta” que actualmente lleva.

Las personas estamos en la Tierra para ser verdaderamente felices, para lograrlo la receta es muy sencilla: Sólo debemos eliminar los pensamientos y las conductas que no permiten que la felicidad aparezca en nuestra vida.

Tan sencilla es esta receta que a muchas personas les resulta muy difícil de ejecutarla, por lo que la presento de otra manera: Para alcanzar la verdadera felicidad debemos evolucionar sin detenernos, para lo cual debemos controlar nuestros pensamientos y conductas.

Desde que salimos del océano, cuando todavía no teníamos forma humana, y posteriormente bajamos de los árboles, hemos avanzado bastante, pero hace varios miles de años nos estancamos por lo que debemos retomar la evolución; el siguiente paso es mejorar la calidad de los pensamientos, para así mejorar nuestras aspiraciones y tener actitudes menos animalescas, este es el único camino para convertirnos en mejores personas y merecer la clasificación de Homo sapiens.

De lograrlo, naceríamos de nuevo, seríamos una nueva persona; pasaríamos de ser personas opacas y de poco valor como el plomo, a personas con brillo refulgente y valiosas como el oro.

Esta es la verdadera alquimia y debería ser la prioridad de todo ser humano, si fracasamos estaremos en grave riesgo de extinguirnos.

Estamos en la Tierra para vivir de tal manera que aceptemos con felicidad lo que somos, e identificarnos con la persona que vemos en el espejo.

Aunque en primera instancia parezca contradictorio, mejorar el nivel de los pensamientos no es pensar en cosas sofisticadas, sino buscar temas sencillos, y al pensar en ellos, hacerlo con pausa, en silencio, y con dedicación; cito algunos ejemplos de estos temas sencillos:
  • ¿Cómo dejo de envidiar la bonanza económica de mí amigo?
  • ¿Qué hago para no desear a la mujer ajena?
  • ¿Cómo resuelvo el problema que tengo en el trabajo o en los estudios?
  • ¿Cómo dejo esta dependencia (drogas, alcohol, juegos de azar, sexo) que me atormenta y destruye a mi familia?
  • ¿Qué hago para dejar de robar?
  • ¿Qué hago para dejar de ser irritable?
  • ¿Qué debo hacer para respetar la ideología política o religiosa de otras personas  cuando es diferente a la mía?. Etc.
Digo bien que los temas referidos son sencillos, lo entenderemos cuando aceptemos que después de más de mil millones de años de evolución cada persona es un ser único y no parte de un rebaño o manada, por lo que no necesitamos un pastor que nos arree, sino un amigo que nos ayude a entender.

A cualquier hora podemos meditar sobre algún asunto que nos apremie; pero, es fundamental volverlo hacer antes de dormir, más adelante explicaré la razón.

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